La
regulación de la acción y de la emoción es lo que está más
afectado en los sujetos con TDAH y lo que genera en realidad la
principal causa de disfuncionalidad.
Se
trata de una alteración de los procesos implicados en la regulación
emocional:
Velocidad
de procesamiento,
significa que ha de invertir más tiempo para la realización de
cualquier operación mental. En ello está implicado la sustancia
blanca.
Memoria
de trabajo, es
la habilidad para retener en la mente aquella información necesaria
para guiar las acciones de la persona, al momento o más adelante
El
acceso a la memoria, esto
es la capacidad del cortex prefrontal en buscar elementos que se
pueden parecer a un estímulo dado.
Inhibición,
es la
interferencia o prevención de una respuesta conductual o verbal aun
cuando el estímulo para esa respuesta esté presente
Flexibilidad
cognitiva,
son las funciones mentales para adoptar estrategias cambiantes o
modificar el punto de vista, especialmente implicadas en la
resolución de problemas.
Multitarea.
(Branching), se entiende como que hay un tronco principal y se
puede
hacer
otras actividades pero volvemos al tronco principal continuamente
que es el que rige la actividad; es decir, poder hacer una tarea
diferente durante unos minutos y poder volver a la tarea principal.
Este proceso es un buen predictor a la hora de observar al niño en
su vida cotidiana.
Cognición
social,
esto hace referencia a los conocimientos que tenemos las personas
sobre los seres humanos y sus actividades y a los procesos mediante
los cuales adquirimos y utilizamos esa información.
A
partir de esto, podemos establecer las siguientes estrategias:
AUTOESTIMA
Explicarle
al niño/a que sus dificultades son de concentración,
lo cual no significa que tenga menos capacidad intelectual o que
tenga alguna “enfermedad”. Sería necesario agregar a esta
explicación, la reafirmación hacia el niño/a de que todos somos
diferentes.
Asimismo
es importante, identificar, reconocer y validar sus intereses y
fortalezas tanto en público como en privado y ofrecerle todas
las oportunidades para mostrar sus habilidades frente a sus pares y a
los adultos. También tener presente que, en muchas ocasiones, las
conductas disruptivas los llevan a ser excluidos de actividades
recreativas, culturales, que son justamente las instancias donde
pueden mostrar sus habilidades, mejorar la percepción de si mismos y
motivarse por participar de mejor forma en el resto de las
actividades.
La
organización del centro educativo, sus normas y las actividades,
deben considerar las necesidades de movimiento de los niños y niñas
con hiperactividad.
El
movimiento constante es una de las conductas más persistentes, y no
siempre es manejable por el niño o la niña. No considerar esto en
la planificación de la actividad puede ocasionar que el grupo
completo pierda la concentración y el adulto, la paciencia.
Por
ejemplo, si se utiliza un sistema de fichas o refuerzos por
conductas, se debe considerar que las exigencias para los niños con
TDAH deberán ser distintas. Si se utiliza como símbolo una “cara
triste roja” cada vez que los niños o niñas no respetan su turno
o se desplazan por la sala durante una actividad, los niños/as con
más dificultades en este ámbito, tendrán rápidamente muchas
“caritas tristes rojas” que sólo los desmotivarán. Sería más
conveniente reforzar en cambio, con una “carita alegre verde”
cada vez que logra mantenerse en su sitio o no deambular por la sala
en un corto período, esto no sólo aumentará la motivación del
niño o niña por lograr la conducta, sino también le dará la
noción de lo que se espera de él/ella y de su capacidad de aportar
para lograrlo.
Entonces,
se torna necesario planificar alternativas que refuercen los
avances y logros de los niños/as; que permitan capitalizar sus
fortalezas, que consideren sus diferentes estilos de aprendizaje y
que permitan flexibilizar la manera de trabajar de acuerdo con éstos
diferentes estilos de aprendizaje de los aprendices: visuales,
auditivos y kinestésicos.
Un
niño o niña que realiza dibujos o rayas mientras la educadora
relata un cuento o explica algún tema, puede estar escuchando cada
palabra, la actividad motora que el dibujar le posibilita, puede ser
justamente lo que le permite poner atención.
Enseñar
individualmente a alumnado
conTDAH requiere
saber acerca de cómo piensan, cómo procesan la información y que
actividades les resultan motivadoras. Por
lo general, los niños y niñas que presentan NEE asociadas a
problemas de atención, impulsividad e hiperactividad, suelen
aprender muy bien a través de estímulos visuales, en contacto con
la naturaleza, a través de las
nuevas tecnologías,
por esto es conveniente incorporar imágenes para trabajar ideas
complejas y/o abstractas que les resulten más difíciles de
comprender.
Orientar
de manera explícita la atención hacia el problema o tarea que se le
plantea. Resulta
central acercarse al niño o niña y comprobar que comprendió la
actividad solicitada. Si no tiene claridad en el punto de partida y
hacia donde debe ir, no tendrá ninguna posibilidad de regular su
comportamiento hacia la actividad requerida.
Ayudarle
a descubrir y seleccionar la información relevante, ayudarle a
organizarla y sistematizarla. Las
dificultades para mantener la atención le dificultan realizar esta
discriminación, por esto, se debe contar con indicadores
específicos que le permitan hacerlo. Por ejemplo, subrayar, marcar
con colores diferentes, entregar imágenes, etc.
Entregarle
las instrucciones en forma parcelada, marcando de alguna forma los
pasos de la tarea. Esto
es central, ya que como se ha visto si pierde “el camino”, dirige
su atención y su conducta a cualquier otra cosa, perdiendo la
motivación por la tarea. Recuerde que la motivación es un factor
determinante para ellos y ellas. Establecer
rutinas de trabajo claras y reforzarlas a través de juegos e
imágenes.
No
proponer actividades con tiempo límite dado que aumentarán su
impulsividad y desorganización. Cuando se realizan actividades que
requieren tranquilidad se sugiere acordar previamente
con los niños y niñas los momentos en que se pueden desplazar.
Implementar
estrategias de apoyo desde los primeros años para evitar “vacíos”de
aprendizaje. En
múltiples ocasiones y por las dificultades que tienen para procesar
la información, no alcanzan a retener y apropiarse de alguna
información. Es importante ayudar a compensarla con información
complementaria en otro momento y/o solicitando la colaboración
específica de los padres cuando esto es factible. Por ejemplo:
disponer de fichas sencillas con los conceptos y aprendizajes
esenciales para ser trabajados de manera complementaria en el hogar.
Acordar con los padres una ruta de trabajo didáctica, con metas a
corto plazo que se vayan realizando y monitoreando de manera
sistemática.
Definir
las normas de manera participativa. Esto
implica que hay ciertas normas o principios para comportarse que la
educadora plantea como relevantes, las cuales deben ser explicitadas
con ellos y ellas en un diálogo personal y luego ser comentadas,
evaluadas y modificadas regularmente de acuerdo al desarrollo,
avances y/o retrocesos en su comportamiento.
Recordar
que las normas son un medio para propiciar un ambiente adecuado para
el aprendizaje y la convivencia de todos y de todas. Cada
grupo curso, cada aula, tiene características específicas que
estarán dadas por el número de niños(as), sus características
personales, las características de la(s) educadoras y/o educadores,
los espacios disponibles, etc. Es en función de todo esto que se
deben pensar las normas básicas que permitirán el aprendizaje y
bienestar de todos. Una regla de conducta que en un aula puede
resultar imprescindible por la falta de espacio por ejemplo, en otra
aula más espaciosa puede no ser tan relevante.
MOTIVACIÓN
Romper
con la monotonía. (Combinar la explicación con referentes visuales
y manipulativos) . Procurar que los tiempos de explicación no
excedan los 10 minutos sin haber realizado una pausa o cambio de
actividad.
Reafirmar
y premiar conductas adecuadas.
Transmitirle
el concepto de “ganar doble”: terminar una tarea ya es ganar,
pero además, se le recompensará por haber tenido la conducta
adecuada.
Hacerle
comentarios a menudo sobre que está haciendo (“así vas muy
bien”,“ estás teniendo un error”, etc.). Es conveniente
elogiar al niño cuando está concentrado.
DEPRESIÓN
El
tratamiento para
la depresión suele ser farmacológico seguido de una terapia
cognitivo-conductual, por ello ante la sospecha es importante ponerse
en contacto con el especialista medico que será él que establezca
las pautas de actuación necesarias para su tratamiento.
ANSIEDAD
Detectar
el foco/causa por
el que puede llegar la ansiedad, e intentar hacer comprender al niño
qué le sucede,
ayudarle a poner nombre a sus sensaciones, a “normalizarlas”,
ya que es el miedo a padecerlas, lo que a su vez puede incrementar el
malestar.
También
es importante ayudarle a detectar
sus pensamientos y a desmontarlos, entendiendo su irracionalidad, su
negatividad,
para que así les resulte más fácil enfrentarse a sus temores.
Motivarle
para que vaya participando de aquellas situaciones que le causan
malestar,
sin protegerle demasiado.
FUENTES: